domingo, 21 de diciembre de 2014

Emociones en salud...

Los sentimientos y las emociones son el lenguaje universal que debe ser honrado. Son la expresión auténtica de quienes somos (Judith Wright).

Siento yo,
sientes tú,
siente él,
sentimos nosotros,
sentís vosotros
y ellos ignoran.

A raíz de una conversación que he tenido esta semana con una compañera de estudios que trabaja en un hospital, he vuelto a ser consciente de la importancia de gestionar nuestras emociones y enfrentarnos a las que nos hacen sentir mal, de manera correcta. No voy a poner nombres, pero a ella le dedico esta entrada.

Todos las sentimos, las vivimos, nos hacen percibir la misma situación de mil formas distintas y sin embargo, parecen ser las grandes olvidadas en nuestra sociedad.

Son la materialización de nuestro mundo interno, de lo que cuesta describir con palabras pero que se reflejan en nuestros actos y gestos. Reconocerlas y gestionarlas, es auto-conocernos a nosotros mismos.

Las emociones influyen en nuestra conducta, en nuestro modo de hacer las cosas, así que ¿no creéis que merecen mucha más atención que la que les presta nuestra sociedad actual?

Cuando trabajas con personas, como es en el caso de la sanidad, este auto-conocimiento se hace más relevante. Saber reconocer qué estamos sintiendo en esos momentos, qué nos está generando una situación y cómo podemos llegar a reaccionar,  es primordial.
Las emociones forman parte de nuestra salud, de nuestro bienestar, de nuestra calidad de vida; pero no sólo son "buenas" las que nos hacen sentir bien. Las emociones "malas", o que no nos hacen sentir felices son tan valiosas como las otras.
De estas aprendemos que hay situaciones que nos hacen daño, y como armadura protectora de nuestro bienestar psíquico, florecen desde nuestro interior. Nos pueden ayudar a analizar por qué nos hacen daño y llegar a la raíz de nuestros conflictos internos.

Cada emoción tiene una finalidad, nos ayuda a adaptarnos al entorno en el que vivimos, Los parámetros que debemos analizar de la expresión de las emociones son, la intensidad con la que aparecen, si se consideran adecuadas o no al contexto que vivimos, o cómo nos afectan en ese momento, y el futuro por el recuerdo que nos deja.

Las emociones se forman por el contacto con el exterior, por las experiencias que hemos vivido y los aprendizajes que hemos extraído de ellas. Pueden dirigir como nos comportamos, y nos indican como estamos evaluando y juzgando nuestro alrededor. Estas son intensas y de corta duración, si se dilatan en el tiempo es porque nuestros pensamientos las nutren, y permiten que sigamos experimentándolas.

Ser conscientes de que sentimos y de que eso nos condiciona en nuestro día a día, puede ser una herramienta muy útil para nosotros mismos. Al ser el lenguaje materializado de nuestro interior, nos indican como son nuestros pensamientos y cuales son nuestras actitudes. Ser consciente de ello también nos facilita poder trabajar para cambiarlas si es necesario.


¿Y todo esto que tiene que ver con enfermería? Pues como ciencia social y de la salud tiene mucho que ver. Saber reconocer nuestras emociones es muy importante, pero también lo es conocer las emociones de las personas que tenemos delante, y cuestionarnos que le puede llevar a sentirse así.
Es ir más allá, no quedarnos con la simple observación de una conducta.
Enfermería es la gran observadora de la sanidad. Evalúa constantemente al paciente, y a su entorno, por lo que no se puede quedar tan solo con el 50 % de la información que le llega por sus sentidos tradicionales.
Es necesario enmarcar lo que observamos en unos sentimientos que pueden ayudarnos a entender que puede estar sintiendo esa persona, a empatizar con ella para poder ayudarla mejor.


Sobre el tema de las emociones podríamos escribir muchos aspectos que no  descarto ir haciendo poco a poco.  La educación emocional debería ser un pilar fundamental en la educación reglada de las escuelas, en las organizaciones de cualquier ámbito, en la sociedad en sí.

Sentirlas
Aceptarlas
Dejarlas fluir
Acompañarlas
Gestionarlas de forma correcta y no dejarse arrastrar por ellas , esta es la receta para poder tener una buena salud emocional.


Y yo me pregunto, ¿porque no evaluamos las emociones de los pacientes como si de una constante más se tratase? Condicionan nuestra salud, pero las ignoramos.

    Un saludo afectivo. 




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